Hacia el año 1.250 a.C. comenzaron una serie de invasiones; las civilizaciones de los hititas y de sus vecinos los griegos micénicos, fueron totalmente destruidas, con lo que su memoria desapareció hasta los tiempos modernos. Troya VII parece haber estado entre las víctimas de esta primera ola de ataques, y los eruditos modernos comparan su destrucción con la historia contada por Homero en "la Ilíada", tres o cuatro siglos después del suceso. Es tentador comparar las edades oscuras que siguieron a la destrucción de Troya y la capital hitita de Boğazköy, con las que siguieron al colapso del imperio Romano en occidente, pero con la diferencia de que en el postromano no se perdió la escritura, y el cristianismo sirvió de puente entre la antigua y la nueva civilización en Anatolia entre 1.200 y 800 a.C. No existe ningún tipo de continuidad semejante. Entre los nuevos pueblos que se instalaron por aquel entonces, los frigios son tal vez los más atractivos. Al parecer procedían originalmente de Tracia. Los frigios tenían una escritura derivada del alfabeto fénico, al igual que los griegos. Se cree que hablaban una lengua indoeuropea y utilizaban su alfabeto sobre monumentos que pueden verse aún hoy en Yazilikaya.
Los frigios no utilizaban tablillas de barro y tampoco eran considerados como pueblo prehistórico, puesto que tenemos alguna información sobre ellos gracias a sus vecinos los griegos, que a estas alturas ya llevaban siglos establecidos en la costa oeste de Asia Menor, y se dirigían gradualmente hacia el norte a lo largo de la costa. Los frigios fueron asediados por vecinos hostiles de forma muy similar a como lo fueron los hititas. Durante un asedio de los cimerios en el año 695 a.C. tras una derrota, el rey Midas se suicidó
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